CONCURSO - CASAS QUE ENAMORAN - 2º PREMIO Autora: Arq Paula Marisch - Titulo : Enamorada del muro |
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Enamorada del muro
María quería mudarse. En su departamento de Barrio Norte soñaba con una casa con un jardín para su familia. Con su marido encontraron una casona de un típico estilo de los años setenta, en cuya planta baja solía funcionar un local de venta de cosas dulces.
La casa no era linda ni funcional para una pareja con dos hijas; habría que reformarla y, sin dudas, agregar un nivel. La cocina, en la planta alta, abría a un patio de servicio oscuro y lúgubre. El fondo del terreno lo ocupaba una vieja casa chorizo y otro patio angosto y profundo.
María se enamoró de una planta de flores fucsia, enorme, que asomaba por la medianera desde el patio del vecino, la Santa Rita. Durante el año que duró la obra que nos encomendaron a mi socio y a mí, la vimos florecer, crecer y secar sus hojas para volver a florecer.
Había algo en esa planta, envolvente y seductora, que hipnotizaba. A la vez, al acercarse demasiado, mostraba su lado más frágil o más fuerte. Como un erizo que al sentirse amenazado saca las espinas, la Santa Rita pinchaba con las suyas para que no le corten las ramas. Era una reina esbelta y suntuosa, estaba para ser vista sin ser acariciada.
A veces las casas son más que sus paredes y sus techos, son más que sus puertas y sus ventanas. Son los seres vivos que las habitan, y aquí se había entablado un romance, el de María y la Santa Rita. Decidimos que había que conservar a la planta, fuera como fuera, porque la casa lo pedía a gritos fucsia, y también lo pedía el corazón de su nueva dueña.
El objetivo de la casa, entonces, fue conservar la Santa Rita y su reproducción en el interior de la casa. El patio oscuro del primer piso se trasladó a la planta baja, generando un aire de tres pisos dentro de una construcción casi cuadrada y, ahora, es envuelto por una malla cuadriculada por la que crece y trepa una nueva vegetación, el pulmón verde de la casa.
A las personas nos pasan muchas cosas en un año, y el proyecto de una casa en la que va a vivir una familia es un sinfín de toma de decisiones, un listado de necesidades tan personales como la vida íntima de una pareja que, durante el proceso de una obra, se manifiesta abiertamente ante los que intentamos materializar sus fantasías y deseos.
Aquel patio de triple altura que dialoga con el jardín, pensaron ellos, les impediría conservar la privacidad de los ambientes que lo rodean. La “cortina verde” les demostró que eso no sólo no sería un problema sino que, desde cualquier lugar de la casa, podrían tener su propio paisaje, un jardín vertical y, además, percibir y fundir, a través de esa vegetación, la del fondo, la Santa Rita original.
Así, la casa reformada y ampliada podía prescindir de algunas cosas pero nunca, de la Santa Rita que se apoyaba sobre una de las medianeras, muy alta. La casona vieja del fondo fue demolida, y aquel pasillo descubierto y angosto se convirtió en un jardín de todo el ancho del terreno. El contra frente de la casa ganó amplitud, y la Santa Rita se enamoró del muro de la nueva fachada, y ahora el revoque gris se deja ver sólo entre flores fosforescentes. Los dueños de casa también volvieron a enamorarse: entre ellos, de la Santa Rita, del patio, y de la casa que lo enmarca y contiene. AUTORA:
Nombre y Apellido: Arq.
Paula Mariasch |
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